El Castillo de
Cristal
Las Moradas de Santa Teresa de Jesús
Trata de la hermosura y dignidad de nuestras almas
Primeras Moradas
Capitulo 1. Trata de la hermosura y dignidad de nuestras almas
– Pues no es otra cosa el alma del Justo, sino un paraíso, a donde dice Él tiene sus deleites.
– Dios nos creo a su imagen y semejanza.
– Has considerado quien eres?
– Sabemos que tenemos alma, pero conoces la belleza de tu alma y quién ésta dentro de tu alma, y su gran valor?. Y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos.
– Es de gran importancia creer que un gran Dios puede comunicarse en éste destierro con un alma humilde y que ame al prójimo; y confiar en procurar alcanzar lo que gozan los bienaventurados desde ahora, en ésta vida y amar una bondad tan buena y una misericordia tan sin tasa.
– Hay muchas almas que se están en la ronda del castillo que es adonde están los que le guardan, y que no se les da nada de entrar dentro, ni saben qué hay en aquel tan precioso lugar, ni quién está dentro ni aun qué piezas tiene.
-Ya habréis oído en algunos libros de oración aconsejar al alma que entre dentro de sí; pues esto mismo es.
-Así son, hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio ni parece que pueden entrar dentro de sí; porque ya la costumbre la tiene tal de haber siempre tratado con las sabandijas y bestias que están en el cerco del castillo, que ya casi está hecha como ellas, y con ser de natural tan rica y poder tener su conversación no menos que con Dios, no hay remedio.
– No digo más mental que vocal, que como sea oración ha de ser con consideración, porque el alma que no advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo yo oración.
– Si no viene el mismo Señor a mandarlas se levanten como al que había treinta años que estaba en la piscina, tienen harta malaventura y gran peligro.
– Sino con otras almas que, en fin, entran en el castillo; y consideran quienes son, aunque de tarde en tarde y en fin entran en las primeras piezas de las bajas; mas entran con ellos tantas sabandijas, que ni le dejan ver la hermosura del castillo, ni sosegar; harto hacen en haber entrado.
– Es gran cosa el propio conocimiento: A donde está su tesoro, se va allá el corazón.
– Es bien dificultoso lo que querría daros a entender, si no hay experiencia; si la hay, veréis que no se puede hacer menos de tocar en lo que plega al Señor no nos toque por su misericordia.
Capitulo 2. Trata de cuan fea cosa es un alma que está en pecado mortal. y Trata también del propio conocimiento.
– Pues no es otra cosa el alma del Justo, sino un paraíso, a donde dice Él tiene sus deleites.
– Dios nos creo a su imagen y semejanza.
– Has considerado quien eres?
– Sabemos que tenemos alma, pero conoces la belleza de tu alma y quién ésta dentro de tu alma, y su gran valor?. Y así se tiene en tan poco procurar con todo cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o cerca de este castillo, que son estos cuerpos.
– Es de gran importancia creer que un gran Dios puede comunicarse en éste destierro con un alma humilde y que ame al prójimo; y confiar en procurar alcanzar lo que gozan los bienaventurados desde ahora, en ésta vida y amar una bondad tan buena y una misericordia tan sin tasa.
– Hay muchas almas que se están en la ronda del castillo que es adonde están los que le guardan, y que no se les da nada de entrar dentro, ni saben qué hay en aquel tan precioso lugar, ni quién está dentro ni aun qué piezas tiene.
-Ya habréis oído en algunos libros de oración aconsejar al alma que entre dentro de sí; pues esto mismo es.
-Así son, que hay almas tan enfermas y mostradas a estarse en cosas exteriores, que no hay remedio ni parece que pueden entrar dentro de sí; porque ya la costumbre la tiene tal de haber siempre tratado con las sabandijas y bestias que están en el cerco del castillo, que ya casi está hecha como ellas, y con ser de natural tan rica y poder tener su conversación no menos que con Dios, no hay remedio.
– No digo más mental que vocal, que como sea oración ha de ser con consideración, porque el alma que no advierte con quién habla y lo que pide y quién es quien pide y a quién, no la llamo yo oración.
– Si no viene el mismo Señor a mandarlas se levanten como al que había treinta años que estaba en la piscina, tienen harta malaventura y gran peligro.
– Sino con otras almas que, en fin, entran en el castillo; y consideran quienes son, aunque de tarde en tarde y en fin entran en las primeras piezas de las bajas; mas entran con ellos tantas sabandijas, que ni le dejan ver la hermosura del castillo, ni sosegar; harto hacen en haber entrado.